Empecemos por algunas distinciones: el “estado” es tu nivel
emocional o cognitivo a la hora de enfrentar un evento. Puede ser, por ello,
“estado mental” o “estado emocional”. Imaginemos un deportista que llega
creyendo que puede ganar un partido, y luego volvámoslo a imaginar cuando va
perdiendo ese partido, la gestión mental y emocional es diferente. Otro
ejemplo: imaginemos el estado mental y emocional de ansiedad en un piloto que
va ganando la carrera y siente a otro piloto detrás, marcando mejores tiempos y
dándole alcance. Imaginemos su estado mental y emocional cuando lleva 20
segundos de ventaja.
Los estados mentales son cambiantes y para tener resultados
positivos, de acuerdo a tus expectativas, es necesario gestionarlos, para
cuando las cosas van bien, como para cuando las cosas van regulares, y cuando
las cosas van mal. La ansiedad, las
pocas herramientas sociales, el exceso de pensamiento y la falta de experiencia
hacen que los estados mentales y emocionales tiendan a ser negativos. Si sales con una mujer, necesitas gestionar
ambos estados, mantener la creencia del resultado positivo que esperas, y
mantenerte motivado y positivo. Si esta mujer, por alguna razón, pareciera no
corresponder, hacerse la difícil o no poder estar contigo, necesitas gestionar
tu mente y emociones para evitar caer en los estados de necesidad, intensidad,
paranoia, obsesión o creencias catastróficas frecuentes en quienes se les
dificulta tener pareja.
Este es el primer entrenamiento: la gestión de la mente y de
las emociones en momentos críticos de la interacción con las mujeres. ¿Qué
hacer cuando recibo de ella indicadores positivos? ¿Qué hacer cuando cancela
las citas que le propongo? ¿Qué hacer si tras un intento de beso se aleja de
mí? ¿Qué hacer si se encuentra con un ex novio en la misma cita que estamos
compartiendo y puedo ver que ella se afecta? Ese entrenamiento mental requiere
de un carácter y una postura frente al mundo bastante particular: requiere
madurez para no sucumbir.
1. Estado pusilánime y de víctima: En estado sientes que
todo está en tu contra y que luchas
contra una fuerza incontenible de fatalidad y mala fortuna. Estás indefenso
frente a las estrategias femeninas y usualmente te retiras de la escena.
2. Estado activo y tranquilo: Básicamente eres consciente de
ti y mantienes la mente clara y las emociones agudas para leer la situación. No
la atribuyes a ti, ni culpas a la mujer cuando las cosas no fluyen, simplemente
sabes que puede ser algo del contexto o que puedes lograrlo con otra.
El segundo estado, como es lógico, es el que mejores
resultados provee, porque en él tu mente busca más recursos, no refleja
ansiedad, no refleja preocupación o indisposición, no te ves frágil, y ese
estado atrae a la mujer quien busca a un hombre equilibrado, dueño de sí, y con
lo que yo llamo “cancha”, es decir, que ya ha jugado el juego en el pasado y
tiene experiencia.
A las mujeres no les atraen los niños, los angelitos, los
que parecen salidos de la cárcel o los que parecen seminaristas, los inocentes
y los frágiles.
Les atraen los hombres determinados, que saben lo que
quieren, y se lo dicen al oído y las llevan de la mano a la cama.
Así de sencillo.
Cada vez que comparto con las mujeres, me doy cuenta del
nivel que tienen hoy día, de su apertura sexual, de su sentido del humor, de su
independencia. Y cada vez descubro a más mujeres verdaderamente adultas en esto
de la seducción. Mujeres que tienen en claro qué es lo que quieren y cómo no
les dan ni la hora a los pusilánimes necesitados y si, en cuestión de minutos,
se dan todas ellas a aquellos hombres que en su particular clave podemos
mostrarles cancha, adultez y decisión.
La palabra “sargeo” ha sido quizá uno de los mayores
crímenes cometidos a la concepción mental de la seducción. Por mucho que admire
a Ross Jeffries, la popularización de tal palabra terminó por desnaturalizar
por complejo lo que para mi es una “relación”, simple y llanamente. No sales a
“sargear”, sales a “relacionarte” con mujeres. Así el acento está más en
conexión, conversación, que un juego de niños.
A partir de allí introduciré el segundo término del post: el
marco, que es mental y es emocional y representa los límites de lo permitido en
tu mundo de experiencias. El marco es como un cuadrado o círculo donde lo que
incluyes en él es lo que es el mundo para ti, y lo que excluyes en aquello de
lo cual te apartas. Por ejemplo, en un bar, el marco es un letrerito que dice
“Espacio libre de humo. No fumar”, con ese marco tu sabes que allí no prendes
un cigarrillo ni de accidente, porque simplemente no está permitido.
El marco mental es lo que crees que puede y no puede suceder
en ese mundo. En una relación el marco más fuente termina por imponerse, y
hacerse realidad al interior de la relación. El marco más dominante dominará la
relación y a la otra persona. Por ejemplo, si a ella le encanta la fiesta, y a
ti no tanto, pero su marco es más fuerte tu terminarás por ir a fiestas así te
desagrade profundamente. Si tu marco es que te gustan los tríos y es lo
suficientemente fuerte, llevarás a que ella poco a poco lo abrace hasta que lo
experimente y termine por ser una práctica común para ella. Si tu marco es que
no quieres tener hijos y el de ella es desearlos, pero tu marco es mucho más
fuerte y el de ella débil, al final la relación tomará el marco del individuo
más fuerte.
Por ello es tremendamente importante la noción de marco
mental y marco emocional. Éste último es las emociones que impones por ser
quien eres, las que más frecuentemente vives y las que reciben los demás. Si
eres una persona nostálgica y apagada, las personas que hablen contigo tomarán
ese marco para naturalizarse contigo, si eres efusivo, positivo, energético,
jalonarás las emociones de los demás para equilibrarse contigo. El marco
emocional más dominante impactará a los menos dominantes, por lo mismo que una
persona energética dominante jalonará a su círculo de amigos a ese estado y
dirán “¡Wow! Qué bien me sentí con esa persona, es genial hablar contigo”, así
ellos estén en un estado depresivo, el marco emocional dominante jalonará.
Imagina que tienes un marco emocional depresivo y que es dominante, terminarás
influyendo sobre los demás hasta el punto de que se sentirán cansados, molestos
y tristes al estar contigo y dirán cosas como “es increíble como me roba
energía, me deja mal hablar con él”.
En relaciones de pareja necesitas determinar cuál es el
marco de tu realidad. Y la cosa funciona así: primero te lo crees tu mismo y
luego los demás se lo creerán. Si no tienes marco eres como un lienzo en
blanco, absolutamente indiferente para las personas. Cuando tienes un marco es
porque sabes qué quieres y qué no quieres y no andas dándole a lo que caiga.
Allí determinas qué te gusta, qué no te gusta, cómo te gusta, cada cuánto te
gusta. Y lo haces dominante cuando eres capaz de imponerlo. Los hombres
necesitados y pusilánimes son débiles por naturaleza y están aceptando los
marcos de las mujeres, y reaccionando pasivo agresivamente a la imposición de
estos marcos. En el fondo temen que si son demasiado duros al imponer su marco
serán rechazados y esto les genera una tremenda inseguridad y se acomodan a lo
que sea. Por ejemplo, son el tipo de hombre que se deja amarrar a relaciones
largas cuando él no las buscaba, y fantasean con la variedad de mujeres que
desean y no pueden tener porque literalmente están en la cárcel que una
relación (y una mujer) les ha puesto.
El estado mental y emocional lo gestionas entrenando a tu
cerebro a creer que puedes conseguir las cosas y manteniendo emociones altas
aún cuando las circunstancias estén regulares, lo necesitarás si eres
inversionista, si eres emprendedor, al igual que si estás atraído por una
mujer. Lo haces con entrenamiento, no
hay otra forma, no hay fórmulas mágicas y es un trabajo a largo plazo de
control sobre tu pensamiento y tus sentimientos.
El marco mental lo generas sabiendo quién eres, encontrando
tu mismísimo propósito y siendo absolutamente fiel a ti mismo. Más fiel que
nadie en el mundo a tu propia vida, gustos, tendencias y aspiraciones.
Lo que ofreces al mundo es ese marco, y las personas te
respetarán, admirarán, desearán por tener justamente ese marco. Y con él podrás
doblar la realidad de otras personas, que decidirán “me encantaría vivir según
ese marco, pase lo que pase”, eso es lo que pasa en las relaciones mas fuertes.
Una persona decide adaptarse, amar y admirar ese marco.
Cuando hay dos marcos igualmente imponentes y dominantes y a
la vez contrastantes, hay corto circuito y no es posible una relación saludable
sin que se den guerras de dominancia muy fuertes, en ellas se da manipulación,
asaltos por la fuerza, escenas de todo tipo y suelen ser relaciones sin mucho futuro.
Aunque si pueden haber marcos dominantes pero que vayan en la misma dirección,
allí simplemente cambia quien toma el control y quien cede y se van turnando
naturalmente en la relación.
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