miércoles, 15 de julio de 2015

Empecemos por algunas distinciones: el “estado” es tu nivel emocional o cognitivo a la hora de enfrentar un evento. Puede ser, por ello, “estado mental” o “estado emocional”. Imaginemos un deportista que llega creyendo que puede ganar un partido, y luego volvámoslo a imaginar cuando va perdiendo ese partido, la gestión mental y emocional es diferente. Otro ejemplo: imaginemos el estado mental y emocional de ansiedad en un piloto que va ganando la carrera y siente a otro piloto detrás, marcando mejores tiempos y dándole alcance. Imaginemos su estado mental y emocional cuando lleva 20 segundos de ventaja.

Los estados mentales son cambiantes y para tener resultados positivos, de acuerdo a tus expectativas, es necesario gestionarlos, para cuando las cosas van bien, como para cuando las cosas van regulares, y cuando las cosas van mal.  La ansiedad, las pocas herramientas sociales, el exceso de pensamiento y la falta de experiencia hacen que los estados mentales y emocionales tiendan a ser negativos.  Si sales con una mujer, necesitas gestionar ambos estados, mantener la creencia del resultado positivo que esperas, y mantenerte motivado y positivo. Si esta mujer, por alguna razón, pareciera no corresponder, hacerse la difícil o no poder estar contigo, necesitas gestionar tu mente y emociones para evitar caer en los estados de necesidad, intensidad, paranoia, obsesión o creencias catastróficas frecuentes en quienes se les dificulta tener pareja.

Este es el primer entrenamiento: la gestión de la mente y de las emociones en momentos críticos de la interacción con las mujeres. ¿Qué hacer cuando recibo de ella indicadores positivos? ¿Qué hacer cuando cancela las citas que le propongo? ¿Qué hacer si tras un intento de beso se aleja de mí? ¿Qué hacer si se encuentra con un ex novio en la misma cita que estamos compartiendo y puedo ver que ella se afecta? Ese entrenamiento mental requiere de un carácter y una postura frente al mundo bastante particular: requiere madurez para no sucumbir.

1. Estado pusilánime y de víctima: En estado sientes que todo está en tu contra  y que luchas contra una fuerza incontenible de fatalidad y mala fortuna. Estás indefenso frente a las estrategias femeninas y usualmente te retiras de la escena.

2. Estado activo y tranquilo: Básicamente eres consciente de ti y mantienes la mente clara y las emociones agudas para leer la situación. No la atribuyes a ti, ni culpas a la mujer cuando las cosas no fluyen, simplemente sabes que puede ser algo del contexto o que puedes lograrlo con otra.

El segundo estado, como es lógico, es el que mejores resultados provee, porque en él tu mente busca más recursos, no refleja ansiedad, no refleja preocupación o indisposición, no te ves frágil, y ese estado atrae a la mujer quien busca a un hombre equilibrado, dueño de sí, y con lo que yo llamo “cancha”, es decir, que ya ha jugado el juego en el pasado y tiene experiencia.

A las mujeres no les atraen los niños, los angelitos, los que parecen salidos de la cárcel o los que parecen seminaristas, los inocentes y los frágiles.

Les atraen los hombres determinados, que saben lo que quieren, y se lo dicen al oído y las llevan de la mano a la cama.

Así de sencillo.

Cada vez que comparto con las mujeres, me doy cuenta del nivel que tienen hoy día, de su apertura sexual, de su sentido del humor, de su independencia. Y cada vez descubro a más mujeres verdaderamente adultas en esto de la seducción. Mujeres que tienen en claro qué es lo que quieren y cómo no les dan ni la hora a los pusilánimes necesitados y si, en cuestión de minutos, se dan todas ellas a aquellos hombres que en su particular clave podemos mostrarles cancha, adultez y decisión.

La palabra “sargeo” ha sido quizá uno de los mayores crímenes cometidos a la concepción mental de la seducción. Por mucho que admire a Ross Jeffries, la popularización de tal palabra terminó por desnaturalizar por complejo lo que para mi es una “relación”, simple y llanamente. No sales a “sargear”, sales a “relacionarte” con mujeres. Así el acento está más en conexión, conversación, que un juego de niños.

A partir de allí introduciré el segundo término del post: el marco, que es mental y es emocional y representa los límites de lo permitido en tu mundo de experiencias. El marco es como un cuadrado o círculo donde lo que incluyes en él es lo que es el mundo para ti, y lo que excluyes en aquello de lo cual te apartas. Por ejemplo, en un bar, el marco es un letrerito que dice “Espacio libre de humo. No fumar”, con ese marco tu sabes que allí no prendes un cigarrillo ni de accidente, porque simplemente no está permitido.

El marco mental es lo que crees que puede y no puede suceder en ese mundo. En una relación el marco más fuente termina por imponerse, y hacerse realidad al interior de la relación. El marco más dominante dominará la relación y a la otra persona. Por ejemplo, si a ella le encanta la fiesta, y a ti no tanto, pero su marco es más fuerte tu terminarás por ir a fiestas así te desagrade profundamente. Si tu marco es que te gustan los tríos y es lo suficientemente fuerte, llevarás a que ella poco a poco lo abrace hasta que lo experimente y termine por ser una práctica común para ella. Si tu marco es que no quieres tener hijos y el de ella es desearlos, pero tu marco es mucho más fuerte y el de ella débil, al final la relación tomará el marco del individuo más fuerte.

Por ello es tremendamente importante la noción de marco mental y marco emocional. Éste último es las emociones que impones por ser quien eres, las que más frecuentemente vives y las que reciben los demás. Si eres una persona nostálgica y apagada, las personas que hablen contigo tomarán ese marco para naturalizarse contigo, si eres efusivo, positivo, energético, jalonarás las emociones de los demás para equilibrarse contigo. El marco emocional más dominante impactará a los menos dominantes, por lo mismo que una persona energética dominante jalonará a su círculo de amigos a ese estado y dirán “¡Wow! Qué bien me sentí con esa persona, es genial hablar contigo”, así ellos estén en un estado depresivo, el marco emocional dominante jalonará. Imagina que tienes un marco emocional depresivo y que es dominante, terminarás influyendo sobre los demás hasta el punto de que se sentirán cansados, molestos y tristes al estar contigo y dirán cosas como “es increíble como me roba energía, me deja mal hablar con él”.

En relaciones de pareja necesitas determinar cuál es el marco de tu realidad. Y la cosa funciona así: primero te lo crees tu mismo y luego los demás se lo creerán. Si no tienes marco eres como un lienzo en blanco, absolutamente indiferente para las personas. Cuando tienes un marco es porque sabes qué quieres y qué no quieres y no andas dándole a lo que caiga. Allí determinas qué te gusta, qué no te gusta, cómo te gusta, cada cuánto te gusta. Y lo haces dominante cuando eres capaz de imponerlo. Los hombres necesitados y pusilánimes son débiles por naturaleza y están aceptando los marcos de las mujeres, y reaccionando pasivo agresivamente a la imposición de estos marcos. En el fondo temen que si son demasiado duros al imponer su marco serán rechazados y esto les genera una tremenda inseguridad y se acomodan a lo que sea. Por ejemplo, son el tipo de hombre que se deja amarrar a relaciones largas cuando él no las buscaba, y fantasean con la variedad de mujeres que desean y no pueden tener porque literalmente están en la cárcel que una relación (y una mujer) les ha puesto.

El estado mental y emocional lo gestionas entrenando a tu cerebro a creer que puedes conseguir las cosas y manteniendo emociones altas aún cuando las circunstancias estén regulares, lo necesitarás si eres inversionista, si eres emprendedor, al igual que si estás atraído por una mujer.  Lo haces con entrenamiento, no hay otra forma, no hay fórmulas mágicas y es un trabajo a largo plazo de control sobre tu pensamiento y tus sentimientos.

El marco mental lo generas sabiendo quién eres, encontrando tu mismísimo propósito y siendo absolutamente fiel a ti mismo. Más fiel que nadie en el mundo a tu propia vida, gustos, tendencias y aspiraciones.

Lo que ofreces al mundo es ese marco, y las personas te respetarán, admirarán, desearán por tener justamente ese marco. Y con él podrás doblar la realidad de otras personas, que decidirán “me encantaría vivir según ese marco, pase lo que pase”, eso es lo que pasa en las relaciones mas fuertes. Una persona decide adaptarse, amar y admirar ese marco.

Cuando hay dos marcos igualmente imponentes y dominantes y a la vez contrastantes, hay corto circuito y no es posible una relación saludable sin que se den guerras de dominancia muy fuertes, en ellas se da manipulación, asaltos por la fuerza, escenas de todo tipo y suelen ser relaciones sin mucho futuro. Aunque si pueden haber marcos dominantes pero que vayan en la misma dirección, allí simplemente cambia quien toma el control y quien cede y se van turnando naturalmente en la relación.

Del Blog: La estrategia de la seduccion

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